Naomi Urgilés León, pujilense, del barrio Las Cuatro Esquinas que junto a su madre Wilma, labran un presente y futuro dentro de la sociedad, escribe un artículo en una revista argentina, que destaca. Naomi Madelaine Urgilés León, de 22 años de edad, migrante ecuatoriana, estudiante de Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires. Naomi nos cuenta que es apasionada por la comunicación política, ha participado activamente en campañas electorales, lo que le ha permitido adquirir herramientas valiosas para el análisis estratégico y la gestión de procesos políticos.
En la publicación de la revista FinGurú de Argentina, describe. Ecuador enfrenta una de las peores crisis energéticas y de seguridad en la región, los cortes de energía intensificados por la sequía, y el incremento de los índices de violencia marcan un escenario complejo para las elecciones presidenciales en febrero del próximo año.
Estas problemáticas no solo han modificado la calidad de vida de los ecuatorianos, sino que han erosionado la confianza en las instituciones y consecuentemente en la democracia. Esta situación nos orilla a plantear interrogantes sobre el manejo de las campañas y como los candidatos deberán desempeñar una comunicación política efectiva, que logre cubrir las expectativas de una población cada vez más desencantada con sus representantes.
En las democracias contemporáneas, la comunicación y las redes sociales han sido parte fundamental de la metamorfosis del escenario político, pues estos han desplazado el rol tradicional de los partidos políticos y se han convertido en los intermediarios entre políticos y ciudadanos.
Plataformas como Tiktok, Instagram y Facebook han transformado el vínculo entre gobernantes y gobernados, estas forman el puente que permite a los políticos construir su legitimidad. Ésta teledemocracia ha facilitado la revitalización de la política, sin embargo, trae consigo el riesgo de que la imagen y el espectáculo prevalezcan sobre la capacidad de gestión.
Daniel Noboa asumió la presidencia el 23 de noviembre de 2023, tras ganar el balotaje de elecciones anticipadas producto de la crisis política del gobierno de Guillermo Lasso. Noboa alcanzó popularidad rápidamente pasando de ser un político jóven y relativamente desconocido a convertirse en la figura política central del país, su inesperada victoria sorprendió no sólo a sus oponentes, además evidenció una nueva forma de hacer política en Ecuador.
Su gestión y estilo comunicacional sin embargo han sido tema de debate entre los expertos y la sociedad civil, quienes lo critican hacen hincapié en la falta de preparación para lidiar con estrategias efectivas a los problemas que suscitan en la población ecuatoriana. Por otra parte, quienes lo defienden, consideran que no ha tenido el tiempo suficiente en el poder para disminuir la carga de problemas que el Estado ha acumulado por años.
Cualquiera que sea la realidad, la huella que ha dejado Daniel Noboa, marcará un antes y después en la forma de hacer política en el país. Su equipo de trabajo no sólo entendió la importancia del fenómeno de la mediatización de la política, el rol actual de los partidos políticos y de las redes para la construcción de una imágen de liderazgo, sino que supieron escuchar y conectar de manera directa con el electorado jóven quienes cargaban consigo el hartazgo de la polarización correísmo- anticorreismo.
Ahora bien, este líder de popularidad, como alguna vez mencionaba Cheresky, también cuenta con una debilidad importante que recae sobre su dependencia en los vaivenes de la opinión pública, es por este motivo que tras los últimos acontecimientos, la popularidad del actual presidente ha caído, lo que pone en riesgo su posibilidad de reelección.
Tanto el oficialismo como el correísmo lideran la intención de votos de las futuras elecciones según sondeos de opinión. Noboa se enfrentará a la candidata Luisa Gonzales representante del partido del ex presidente Rafael Correa, quien en el pasado fue derrotada por un pequeño márgen, sin embargo, ambos tienen grandes desafíos a vencer.
El reto principal del actual presidente será el de demostrar que está capacitado para liderar el país, deberá hacer hincapié en la gestión, tratando de recuperar la confianza de la ciudadanía. Esto se deberá realizar no sólo exponiendo el contexto y el trasfondo de los problemas políticos y sus decisiones, con franqueza y transparencia, sino que además, deberá proponer soluciones reales que vayan más allá de los discursos y símbolos.
Por otra parte, la oposición cuenta con cuadros políticos experimentados, sin embargo, no han sabido conectar con el electorado moderno, terreno en el cual Noboa se ha destacado. Su desafío primordial radica en la habilidad comunicacional, considerando que la identidad partidaria característica durante gobiernos y elecciones anteriores ha perdido relevancia en la política actual. Deberán apostar al vínculo directo entre políticos y ciudadanos sin caer en el populismo, esto es reconociendo a las instituciones y al pluralismo, pero además ofrecer respuestas a las demandas más urgentes de la población, que no necesariamente involucren una ideología o cosmovisión del mundo.
Con este panorama hacemos frente a las elecciones. Entre apagones y tiktoks, los candidatos no sólo tendrán que canalizar la inconformidad de la población ecuatoriana frente a las adversidades, sino que deberán presentar planes de gobierno concretos y sobre todo realizar un arduo trabajo para descifrar los nuevos códigos de la política que les permita ser escuchados y elegidos para gobernar.
Estas elecciones son decisivas para la vida de millones de ecuatorianos,quienes no sólo han perdido sus empleos, sino que han sido despojados de sus hogares y familias, al verse obligados a emigrar por la inseguridad y la falta de oportunidades. Es tiempo de que la política recupere la esperanza y le devuelva la estabilidad a un país que se encuentra entre las sombras.
Las redes sociales y la comunicación serán fundamentales en este proceso, pero por sí sólos no bastaran, el futuro del país dependerá de un liderazgo que esté dispuesto a equilibrar la comunicación y la acción, demostrando la disposición a rendir cuentas, el compromiso con la transparencia, pero sobre todo que sea competitivo y que garantice un cambio real.