María Piedad Gutiérrez Martínez, nacida el 27 de marzo de 1937 en la parroquia de Mulalillo, es un ejemplo inspirador de superación y creatividad. Hija de Ricardo Gutiérrez y Rosa Martínez, su vida ha estado marcada por desafíos significativos, incluyendo una profunda depresión y una batalla contra el cáncer. Sin embargo, su historia no se define por el sufrimiento, sino por la transformación que experimentó al encontrar un propósito en medio de la adversidad.
Después de superar el cáncer, los médicos le advirtieron que la enfermedad podría regresar. En un momento de reflexión, María se dio cuenta de que no podía irse sin dejar una huella en el mundo. Fue entonces cuando se volvió hacia el Creador, pidiendo claridad y dirección. Esta búsqueda espiritual la llevó a escribir su primer libro de poesía, titulado “La casa de los geranios”.
Para María Piedad, la casa, el jardín y el mundo entero eran poesía. Comenzó a escribir como una forma de vivir plenamente, dejando atrás la idea de la muerte. A sus 86 años, su vida se convirtió en un verso continuo, y su libro es un diario que narra sus vivencias, sus luchas y su crecimiento personal. La poesía brota de su dolor, de la separación de su esposo y de la responsabilidad de criar a sus tres hijos mientras enfrentaba su enfermedad. Este proceso de escritura se convirtió en un motor de libertad y sanación.
Uno de los elementos más significativos en la vida de María Piedad es su amor por los geranios, flores que requieren poco cuidado y que simbolizan su resiliencia. Recuerda con cariño que tenía 15 variedades de geranios en su jardín, y de ahí surge el nombre de su libro. A los 48 años, comenzó a escribir en secreto, y casi cuatro décadas después en febrero del 2023, su hija Mónica hizo realidad la presentación oficial de “La casa de los geranios”. Sorprendentemente, sus hijos no sabían que estaba escribiendo, lo que añade un toque especial a la revelación de su obra.
La poesía resiliente encuentra en la naturaleza, particularmente en las flores, un espejo de la vida misma. En cada pétalo que se abre desafiando la adversidad, en cada tallo que se estira hacia la luz, hay una metáfora de la capacidad humana de superar obstáculos. La flor, que nace de la tierra, se nutre de la lluvia y florece a pesar de las tormentas, es un símbolo de esperanza y renovación. Los poetas resilientes como María piedad Gutiérrez encuentran en ella un motivo para celebrar la belleza que emerge de la lucha, para exaltar la fuerza que brota de la fragilidad.
Las flores, con su colorido y su delicada estructura, han sido musas inspiradoras para poetas a lo largo de los siglos. Sin embargo, en la poesía resiliente, las flores adquieren un significado más profundo. Se convierten en emblemas de la perseverancia, de la capacidad de renacer de las cenizas. La imagen de una flor que florece en un terreno árido, o que se aferra a una grieta en la pared, evoca la fuerza interior que nos permite superar las dificultades. La poesía resiliente nos invita a mirar más allá de la apariencia frágil de las flores y a descubrir en ellas una fuente de fortaleza y de inspiración.
Los relatos y la poesía de María Piedad son una interesante historia de vida que invita a recuperar el entusiasmo por la buena lectura y a descubrir en la poesía de Gutiérrez una voz original y conmovedora, capaz de despertar emociones y transformar nuestra mirada sobre el mundo.