Revisa nuestra opinión “Venenos que afectan la salud”, por Luis Reinoso. ingresa aquí Actualmente consumimos productos que originalmente eran completos y nutritivos, pero que han sido refinados para mejorar su presentación, perdiendo así numerosos componentes biológicos esenciales para nuestra salud. Entre estos productos se encuentran el azúcar, la sal, el arroz, la harina y la leche.
El proceso de refinamiento del azúcar implica el uso de cal viva, que destruye casi todas las vitaminas debido a su reacción alcalina. Luego, se añade dióxido de carbono para precipitar la cal y se somete el líquido azucarado a tratamientos con sulfato de calcio y ácido sulfúrico para decolorarlo. El resultado es una azúcar casi blanca que carece de proteínas, vitaminas, minerales, enzimas, microelementos, fibra y grasas. No aporta nutrientes, solo energía en forma de glucosa y fructosa. Su consumo excesivo está vinculado a la obesidad, el desequilibrio nutricional, las caries y otras afecciones. Además, los edulcorantes químicos como el aspartame, la sacarina y los ciclamatos, presentes en productos como los refrescos light, incrementan el riesgo de cáncer.
La harina blanca, producto del refinamiento, es casi puro almidón y conserva solo una pequeña fracción de los nutrientes del grano original. Los tratamientos químicos generan subproductos tóxicos como el aloxano, que se utiliza en investigaciones médicas para inducir diabetes en ratones. Este compuesto destruye las células beta del páncreas, esenciales para la producción de insulina, lo que puede conducir al desarrollo de diabetes. Con la creciente epidemia de esta enfermedad, es preocupante la presencia de tales toxinas en nuestra alimentación. La harina blanca y refinada contiene menos fibra, vitaminas y minerales, y su consumo favorece problemas como las caries, el cáncer, el colesterol alto y la diabetes. En su lugar, se recomienda optar por panes de centeno e integrales, más nutritivos.
La sal refinada contiene aditivos como el yodo y el flúor, este último uno de los elementos más radioactivos, cuya adición se justifica por sus supuestos beneficios para prevenir caries, aunque esto no es del todo cierto. La sal natural, tanto marina como de montaña, contiene 84 elementos en la proporción exacta que requiere el cuerpo humano. Es notable que la composición de nuestra sangre es prácticamente idéntica a la del agua salina del mar primario. La comida chatarra, rica en sal refinada, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares debido a un consumo de sodio muy superior al recomendado, que debe ser de aproximadamente 1,500 miligramos por día.
El arroz blanco se obtiene al eliminar la capa exterior y el germen del grano integral, dejando solo el endospermo, compuesto principalmente de almidón. Estudios científicos han demostrado que quienes consumen cinco o más porciones de arroz blanco a la semana tienen un 17% más de riesgo de desarrollar diabetes en comparación con quienes consumen menos de una porción al mes.
La pasteurización de la leche, aunque necesaria para eliminar patógenos, destruye enzimas activas esenciales como la lipasa, que facilita la digestión de las grasas, y otros nutrientes vitales. Según la Academia de Alergia, Asma e Inmunología, la leche pasteurizada puede ser una causa principal de alergias en niños y contribuir a la osteoporosis debido a la pérdida de magnesio.
En resumen, el refinamiento de estos alimentos, aunque mejora su apariencia y conservación, los priva de nutrientes esenciales, con consecuencias adversas para nuestra salud. Es crucial considerar alternativas más naturales y menos procesadas para mantener una dieta equilibrada y nutritiva.