No hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista, dice el refrán. Se trata de consolar a quienes padecen alguna desgracia con la esperanza de que no sea duradera. La desgracia es la tiranía y dictadura que gobierna en Venezuela, y ruego que termine para tranquilidad de su gente. Este rogatorio, canalizado por una mujer valiente e inteligente como María Corina Machado, ha sido torpedeado y esquilmado escandalosamente por el régimen de Maduro, el autoritario perverso. Como nunca las concentraciones masivas fueron la auténtica expresión de que se quería el cambio.
Era tan grande el miedo que tenían los chavistas que no permitieron observadores independientes y sólo acogieron a los amigotes, para tener la vía libre y torcer la voluntad popular. Fueron tan malvados que no permitieron desembarcar a ex presidentes para que puedan constatar cómo se realiza el proceso electoral. Resultaba una aberración pensar que podría realizarse elecciones libres bajo el imperio de un gobierno dictatorial; sin embargo, hubo una candorosa expectativa de que éste terminaría por la vía democrática.
Tres exit poll de empresas independientes, serias y profesionales daban por ganador a Gonzalez Urrutia, sin atenuantes con un 70% versus 30% de Maduro. A los ocho millones que salieron del país no les permitieron ejercer su derecho al voto, pues sabían que no apoyarían a este gobierno ladrón. Las actas que están en poder de la oposición dan cuenta del contundente triunfo y que, de acuerdo con informaciones de prensa, ya están circulando para probar tanto el fraude escandaloso como el triunfo rotundo.
Mucho dolor causó el dictador, seguidor bizarro de Chávez, personaje que admiraba a Castro, quién, haciéndole creer el nuevo libertador, le exprimió recursos como el petróleo para sostener una “revolución” fallida y destructiva de todo un pueblo. Es increíble como un régimen tan oprobioso pudo causar tantos problemas a la región, con la migración obligada; muchos de nuestros países no estaban en condiciones de ofrecer trabajo y abrigo para tanta gente.
Lula manifestó: “el que pierde se vá y el que gana se queda”. Viniendo de un aliado del socialismo del siglo XXI se entiende que ya no se puede jugar más con la expresión popular. Boric, de izquierdas, ha dicho que debe verificarse las actas para que proceda un eventual reconocimiento. Por su parte, Argentina, Canadá Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos de América, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, solicitaron reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA para tratar la situación de Venezuela. No se espera ninguna resolución contundente de esta Organización para que se respeten los resultados.
Por su parte, Maduro exigió que retiren a su personal diplomático acreditado en Caracas, Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Si el dictador se consolida en el poder, Venezuela está condenada al totalitarismo y por tanto a la represión. Solamente países aliados han respaldado estas elecciones: Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba, Nicaragua, Korea del Norte, Siria y Bolivia. Maduro empezó con sus arranques torpes al romper relaciones con varios países.
La gente no se resigna a perder y ha tomado acciones de repudio, al destruir, por ejemplo, las estatuas de Chávez, el inspirador del socialismo absurdo y decadente en Venezuela. Esperemos que los mandos no contaminados de las Fuerzas Armadas de Venezuela tomen partido y exijan que se respete el voto mayoritario de su pueblo.