En el pintoresco paraje de San Pablo, frentre al sector de Yanayacu en la parte sur oriental de Salcedo, límite con el cantón Píllaro, Neptalí Flores, un personaje de 86 años y oriundo de Cunchibamba, ha convertido un terreno abandonado en un exuberante huerto de frutas, su historia de perseverancia y amor por la agricultura comenzó hace varias décadas, cuando decidió mudarse y empezar de nuevo en esta tierra.
Flores recuerda cómo encontró el terreno en un estado deplorable, “era como un desierto, pero califiqué la tierra y me gustó, así que la compré, con el tiempo y mucho esfuerzo, transformó el terreno quebradizo y árido en un huerto fértil y productivo, “todo esto era una quebrada, antes había lluvia durísimo, bajaban las aguas como ríos,” con dedicación, Neptalí trabajó solo para preparar la tierra, plantando poco a poco diferentes tipos de árboles frutales.
Hoy, su huerto es un testimonio de su arduo trabajo y determinación, cultiva aguacates, mandarinas, limones, chirimoyas, duraznos, capulí, naranjillas, plátanos, entre otras frutas que se da en la costa, “desde que empecé en 1988, no he parado de trabajar”, con orgullo, a pesar de sufrir de osteoporosis, atribuye su fuerza y perseverancia a su fe, “dando gracias a nuestro padre celestial, él es el que me ayuda en mi trabajo”.
El huerto no solo es un refugio para Don Neptalí, sino también una fuente de sustento para su familia, actualmente sus hijas le ayudan con las labores del huerto, asegurándose de que las plantas reciban el cuidado necesario, como la poda y el abono regular, “ahorita mis hijas están ayudando, como ya casi no puedo trabajar mucho, entonces ellas están ayudando a ver todo eso”.
La producción del huerto ha crecido tanto que ahora venden sus frutas en mercados locales, “recientemente se está produciendo más, estamos haciendo la venta a tiendas locales”, comenta, que sus aguacates, han ganado popularidad, vendiéndose en supermercados locales y en el mercado mayorista de Latacunga, en la actualidad están trabajando para obtener la certificación y marca de sus productos, lo que les permitirá expandir su mercado a otras ciudades como Quito, Ambato y Guayaquil.
La familia Flores también recibe capacitaciones constantes para mejorar sus prácticas agrícolas, “nos estamos preparando, somos ya graduadas”, explica una de sus hijas, refiriéndose a los cursos y capacitaciones recibidas, de igual manera han formado una asociación llamada Los Vergeles, que busca impulsar la producción agrícola en Anchilivi y Yanayacu para explorar nuevas oportunidades, como la creación de una industria de aceite.
Sueña con que su huerto siga prosperando y que sus hijos continúen con su legado, “eso es lo que yo quiero porque yo ya no avanzo a hacer, ellos tienen que seguir en esto y seguir aprendiendo”, sus conocimientos en injertos y cuidado de plantas se los ha transmitido a sus hijos, asegurándose de que mantengan la calidad y cuidado que ella misma ha implementado.
A pesar de los logros, enfrentan desafíos y solicita el apoyo de las autoridades y expertos en agronomía, “nosotros pedimos que nos colaboren”, la asistencia técnica y financiera sería crucial para llevar su huerto al siguiente nivel y explorar nuevas oportunidades, como la producción de vino de capulí y durazno.
El huerto de Neptali en San Pablo no solo es un ejemplo de resiliencia y dedicación, sino también un símbolo de lo que se puede lograr con esfuerzo y pasión por la tierra, su historia inspira a otros agricultores y demuestra el potencial de la agricultura sostenible en la región.