Estamos en agosto, una época que antes se caracterizaba por la sequía y los fuertes vientos, perfectos para volar cometas. Sin embargo, el entorno ambiental ha cambiado drásticamente. Hoy enfrentamos una realidad alarmante: la frecuencia y severidad de los incendios forestales ha aumentado, causando daños devastadores a los ecosistemas y afectando gravemente a las comunidades locales. Además, estos incendios han contribuido de manera significativa al aumento de las emisiones globales de carbono.
En años anteriores, cuando se respetaban nuestros páramos y se reutilizaba la basura para fertilizar los suelos, los incendios eran controlados y de menor escala. Hoy, en cambio, enfrentamos incendios forestales extremos, sin precedentes, que han liberado alrededor de 8.6 mil millones de toneladas de CO2 en todo el mundo. Esta situación agrava el círculo vicioso del cambio climático, ya que los incendios liberan grandes cantidades de gases de efecto invernadero, exacerbando aún más el calentamiento global.
En nuestro país, los incendios en la Amazonía y la cordillera de los Andes han deteriorado drásticamente la calidad del aire, colocándonos entre los países con peores índices de calidad del aire a nivel mundial. El año pasado, los incendios forestales a nivel global cobraron vidas humanas, destruyeron propiedades e infraestructuras, obligaron a evacuaciones masivas y amenazaron medios de vida esenciales, además de dañar ecosistemas vitales.
A medida que el clima se calienta, estos incendios se vuelven cada vez más frecuentes e intensos. Se estima que los incendios han aumentado al menos tres veces en comparación con un mundo sin cambio climático, y en regiones como la Amazonía y la Cordillera Andina en donde se producen los recursos hídricos más importantes para la generación eléctrica, la probabilidad de incendios extremos ha crecido 20 veces.
Mientras las emisiones de gases de efecto invernadero sigan incrementándose, el riesgo de incendios forestales extremos continuará escalando, lo que plantea desafíos significativos para la gestión de riesgos, la planificación urbana y los esfuerzos de conservación ambiental.
Los incendios recientes que vemos en las noticias no nos toman por sorpresa; las condiciones climáticas propicias para estos eventos ya habían sido pronosticadas, especialmente en partes de América del Norte y del Sur.
El informe sobre los incendios forestales de 2023-24 ofrece una perspectiva clara del impacto del cambio climático en la proliferación y severidad de estos desastres. Los resultados destacan una tendencia preocupante hacia incendios más frecuentes e intensos, con consecuencias devastadoras para los ecosistemas, las comunidades y el clima global. Esta creciente evidencia subraya la necesidad urgente de una acción global coordinada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los efectos negativos del calentamiento global.
Sin una intervención significativa, el futuro nos depara incendios forestales más frecuentes y destructivos, con implicaciones profundas para el planeta y para todos sus habitantes. Es crucial que todas las organizaciones sociales, desde los gobiernos nacionales y locales hasta las comunidades y el sector educativo, fomenten una conciencia ambiental, se unan para promover acciones que protejan nuestros recursos naturales y garanticen un aprovechamiento responsable y sostenible.