El 7 de Octubre de 2023, el grupo terrorista Hamas, que opera en la Franja de Gaza, y que se supone actúa para alcanzar el objetivo principal del pueblo palestino, un Estado en su territorio, lanzó un ataque salvaje y brutal, con la evidente intención de provocar una respuesta israelí, inevitable y comprensible, ante la masacre de ciudadanos judíos más terrible desde el Holocausto, no solo por el número, sino por las atrocidades cometidas, violaciones, mutilaciones y asesinatos, y el secuestro de unas 250 personas, arrastradas como rehenes a Gaza, como fichas para negociaciones, o escudos humanos, práctica que no sorprende en lo más mínimo, pues la utilizan incluso con mujeres y niños propios, en escuelas y en hospitales utilizados como arsenales.
La pregunta inevitable, es la razón de una acción de características tan particulares, y la respuesta, de entrada, excluye que lo haya sido para promoción de la causa palestina, hoy más lejana que nunca, por la terrible siembra de odio producida. Si eliminamos esa respuesta, cabe preguntar a quien podría beneficiar una acción semejante. Tal vez a Hamas, para aparecer como la vanguardia palestina en la lucha con Israel? No se habrá mellado con la pérdida de unos 15 mil de sus combatientes, ademas de buena parte de su cadena de mando y sus arsenales, además de la extensa red de túneles y refugios subterráneos construidos a gran costo. Para comprenderlo, hablamos de unos 700 kms de túneles bajo la ciudad de Gaza. El Metro de Quito, de 23 kms de longitud, costó $ 2300 millones. Calculando una cuarta parte del diámetro, son 175 kms, 7.5 veces el de Quito, unos $ 18 mil millones, que, repartidos a los 2 millones de gazatíes, habrían significado casi $ 18000.
Eliminada esta opción, se debe buscar a un tercero, sea uno a quien se inflinge un daño enorme, que justifique el daño que uno va a recibir, u otro, que se beneficiará, y de quien se depende totalmente. La segunda luce más factible, pues a los 1200 muertos israelíes, se corresponden 42 mil palestinos muertos, y la destrucción de la infraestructura civil y militar en la Franja de Gaza. Queda establecer quién es la tercera parte, de la que Hamas depende al punto que acepta una hecatombe, de sus milicianos y los civiles gazatíes, para beneficiarla de tales acciones. Este tercero es claramente Irán, el declarado enemigo de Israel, cuya política, según la teocracia que gobierna el país, es la destrucción física del Estado de Israel, algo o que consta como mandato constitucional. De Irán dependen, tanto Hamas, o Jihad Islámica en Palestina, Hezbolá en Líbano, y los houties en Yemen, todos financiados, entrenados y armados por Iran.
Cómo se benefició Irán con la desmedida respuesta israelí? Pues con la finalización de los acercamientos entre A. Saudita e Israel, a puertas de concretase, reconociendo a Israel y estableciendo relaciones diplomáticas. El proceso quedó congelado en un limbo opaco, y quien sabe si podrán retomarse a futuro. Más allá de las opiniones, resulta muy difícil, para cualquier líder islámico hoy, callar ante lo que ocurre en Gaza y en Líbano también.
El riesgo de una escalada no se limita a un enfrentamiento directo, entre Israel e Irán. Egipto, con quien Israel firmó la paz hace 45 años, expresó su preocupación por posibles disturbios en el país, situación que también afecta a Jordania. Ellos, y los Estados del Golfo y A. Saudita, saben que su enemigo es Irán, pero están atados de manos por la intransigente postura israelí a una salida diplomática.
Sus notables éxitos descabezando a Hezbolá, hacen suponer que aprovechará su ventaja. Las respuestas iraníes, los dos ataques que lanzó directamente mediante drones y misiles, no han impresionado a Israel. La posibilidad de una respuesta contra la vital industria petrolera o al programa nuclear iraní, está presente. Los pedidos de contención de Biden, suenan indiferentes para Netanyahu, quien sabe que Biden está de salida. Apuesta a una victoria de Trump, que bendecirá cualquier acción que tome, y en el escenario más negativo, con Harris, que deba asumir un hecho consumado. El factor que escapa de esta ecuación, es sin duda, el de las emociones, al haber avivado, en ambos lados, la rabia por lo ocurrido hasta hoy, y el miedo al futuro. Los hijos de los 40 mil muertos palestinos, sin padres ni casa, errantes entre los bombardeos y el hambre, son la próxima generación de terroristas, sea de Hamas, de Hezbolá, o de cualquiera de las organizaciones terroristas que hacen del odio su bandera y su negocio. Que en Israel, antes un espacio de razón y democracia, se haya llegado al punto en que los fanáticos sean los que deciden la permanencia o no del régimen de Netanyahu, no augura mejores días para la región. Los “partidos de Dios”, presentes en Medio Oriente desde sus albores, han jugado, y jugarán sus macabros juegos, sobre una ensangrentada y mal llamada “Tierra Santa”. A estos, poco les preocupa que sus pasiones y sus odios, puedan llevar al mundo al abismo. A fin de cuentas, Armageddon está siempre, para ellos, a la vuelta de la esquina.