Uno de los candidatos a la Presidencia de la República -no digo su nombre para no hacerlo perder más votos-, ha manifestado: “Es una pena que solo dos cosas nos unan a los ecuatorianos, el fútbol o las desgracias”. Lo del fútbol es muy discutible, porque tratándose de la selección no olvidamos que solíamos oír: “Jugamos como nunca, pero perdimos como siempre”. Hoy maldecimos la falta de puntería de nuestros jugadores estrella. Y de las desgracias, solamente nos une un momento de generosidad; más, como consecuencia del terremoto de 2016 -que afectó gravemente a varias ciudades de Manabí y Esmeraldas-, los pungas aprovecharon para llevarse todo lo recaudado, incluido el IVA que aumentaron.
En otros términos, ¡no hay por ahora nada que nos una a los ecuatorianos! Antes lo fue el conflicto con el Perú, pero también los gobiernos aprovechaban esta cuestión tan delicada para desviar la atención debido a conflictos internos. En un artículo anterior, dijimos que “los ecuatorianos no somos proclives a concertar y tener objetivos comunes que nos una; más bien tenemos la inclinación a llevar la contraria a todos y a todo”. Esta es la verdad: no estamos dispuestos a cambiar, ya que es una especie de ADN que caracteriza al Ecuador desde su nacimiento como república independiente.
Con todo lo que está aconteciendo en el país, donde priman los intereses creados -muchos inconfesables-, la politiquería barata a flor de piel, el desorden en todos los niveles, el drible al pago de impuestos, difícilmente podemos salir adelante y generar salida a los problemas nacionales. A muy pocos les interesa la unión del Ecuador para asegurar su progreso. A muchos, les disgusta que le quiten al estado la potestad de administrar las empresas públicas, cuando precisamente éste esquema es el causante, por ejemplo, de la oscuridad actual. Y hay asambleístas enfermizos que hacen todo lo posible para dañar el último proyecto de ley del ejecutivo que busca precisamente permitir inversiones en el sector. Y éstos “le arreglan peor”, retirando las garantías necesarias para los inversores.
El estatismo en varios de los sectores denominados estratégicos es incompatible para solucionar los problemas del país, como la electricidad. En efecto, el artículo 313, inciso tercero, de la constitución establece que “se consideran sectores estratégicos la energía en todas sus formas…”. Tamaña torpeza de los genios redactores de la constitución del 2008 que ha privilegiado la inacción, la falta de competencia y la corrupción. Los países socialistas del siglo XXI ahora mismo pasan por la peor situación social, política, económica, al haberse atado a sistemas económicos fracasados.
Con este marco jurídico, falta de institucionalidad, justicia corrompida, leyes que consagran el estatismo y coartan la iniciativa privada, el Ecuador no va a ninguna parte y la sociedad condenada a vivir sin adecuados servicios básicos y posibilidad de progreso. El camino al cual le han llevado al Ecuador, es al caos, a la confusión, y, como consecuencia de este desorden, a la falta de empleo para los jóvenes, contribuyendo así a la salida del país debido a que no le dan otra alternativa para luchar y salir adelante.
Aún podemos pensar en un nuevo Ecuador, echando abajo la constitución del 2008, y, sobre la base de nuevos principios y normas, labrar un futuro con prosperidad.