En el corazón de Salcedo, provincia de Cotopaxi, una iniciativa rural ha transformado un terreno agrícola en un vibrante atractivo turístico que ya conquista a visitantes nacionales e internacionales. Se trata del Jardín de los Girasoles, un proyecto impulsado por Javier Villalba, agricultor de la zona de Rumipamba, quien decidió apostar por el turismo agroecológico como una forma de diversificar su producción, conservar la tradición y ofrecer a los turistas una experiencia inmersiva en la vida del campo.
Villalba, agricultor de toda la vida, recuerda que la idea nació de su pasión por la tierra y de la necesidad de innovar, “siempre he trabajado en el campo, cultivando diferentes productos, pero pensé que era hora de crear algo que no solo produjera, sino que también acercara a la gente a nuestras raíces”, comenta mientras recorre los senderos rodeados de flores multicolores.
La propuesta va mucho más allá de un simple cultivo, el Jardín de los Girasoles es una finca donde conviven variedades únicas de girasoles traídas desde varios países, junto con un espacio que rinde homenaje a la gastronomía y la cultura local dispone, “queremos que los visitantes no solo vengan a ver flores, sino que vivan la experiencia completa, caminar por los cultivos, conocer el proceso de siembra, disfrutar de la comida típica y llevarse un pedacito de Salcedo en el corazón”.
El jardín alberga una sorprendente diversidad de girasoles, no solo están los clásicos amarillos que todos conocen, sino también especies de tonalidades insospechadas: rosados, bicolores, blancos, negros, cafés e incluso un particular “color limón”, que se ha convertido en una de las atracciones más fotografiadas del lugar.
La semilla de este proyecto también tiene una historia internacional, Villalba ha conseguido especies provenientes de Estados Unidos, Francia, Colombia y otros países, con el objetivo de ofrecer un espectáculo visual inédito en la región, “cada variedad tiene su propio encanto y su propio ciclo, girasol rojo, por ejemplo, lo trajimos de Colombia y es uno de los favoritos de los visitantes por su intensidad de color”.
Actualmente, el jardín cuenta con media hectárea cultivada, lo que se traduce en aproximadamente 10.000 plantas en diferentes etapas de crecimiento, el ciclo de floración varía entre mes y medio y dos meses, dependiendo del clima y del plan nutricional que el equipo aplica con cuidado. Una vez abiertas, las flores pueden disfrutarse entre 10 y 15 días, ofreciendo así ventanas específicas para quienes deseen capturar la mejor fotografía.
El Jardín de los Girasoles no solo es un espectáculo visual, también es un punto de encuentro con la gastronomía y tradiciones de la región. Dentro del recorrido, los visitantes pueden degustar platos típicos como el hornado, la fritada, las tortillas de maíz y por supuesto, los famosos helados de Salcedo.
Pero hay más, la finca también se a propuesto ofrecer vinos artesanales de mortiño, elaborados con frutos cultivados en los alrededores, que se han ganado un lugar especial en la mesa de quienes visitan, “queremos que la gente sienta que está en casa, que pueda disfrutar de nuestra comida, nuestros sabores y la hospitalidad que caracteriza a Salcedo”.
Además, la experiencia se complementa con actividades al aire libre que fomentan la interacción familiar y la conexión con la naturaleza, paseos a caballo, recorridos guiados y talleres de siembra forman parte del programa, lo que lo convierte en un plan ideal tanto para adultos como para niños.
El Jardín de los Girasoles está abierto todo el año, pero los domingos suelen ser los días de mayor afluencia. El costo de entrada es accesible, dos dólares para adultos y un dólar para niños. Quienes deseen llevarse un girasol como recuerdo pueden hacerlo desde un dólar por flor en el caso del girasol amarillo, con precios variables para otras variedades especiales.
Ubicado en un entorno rural de fácil acceso desde el centro de Salcedo, el jardín se ha convertido en un punto de parada obligatoria para quienes recorren la provincia de Cotopaxi. Su proximidad a otros atractivos turísticos de la zona, como el volcán Cotopaxi o la Laguna de Quilotoa, lo hace aún más atractivo para viajeros que buscan combinar naturaleza, cultura y gastronomía en un solo itinerario.
El proyecto de Villalba es también un ejemplo de cómo el turismo puede integrarse de manera sostenible en el medio rural, “esto no es solo un negocio, es una forma de mantener vivas nuestras tradiciones y de mostrarle al mundo que el campo también puede ser innovador y atractivo”.
Su visión incluye seguir ampliando el área cultivada, incorporar nuevas variedades de girasoles y desarrollar actividades que atraigan a visitantes de otros países, “ya hemos recibido gente de Estados Unidos y Europa, al tiempo que queremos que más personas se lleven la imagen de un Ecuador diverso, colorido y lleno de vida”.
El turismo agroecológico, que combina producción agrícola con experiencias de aprendizaje y recreación, ha crecido en los últimos años en Ecuador. Proyectos como el Jardín de los Girasoles contribuyen a fortalecer esta tendencia, al mismo tiempo que generan empleo y fomentan la economía local.
Para Villalba, el mayor premio no está en los ingresos, sino en la sonrisa de quienes recorren el jardín y se sorprenden con los colores y la calidez del lugar, “cuando alguien me dice que nunca había visto un girasol rosado o que es la primera vez que prueba un vino de mortiño, siento que estamos cumpliendo nuestra misión”, confiesa.
La invitación está abierta para todos, “aquí los esperamos con los brazos abiertos, para que disfruten de nuestras flores, nuestros sabores y nuestra gente, el campo tiene mucho que ofrecer y Salcedo es prueba de ello”.
Para más información y reservas, los interesados pueden comunicarse al número 0958641785 o visitar directamente la finca durante los fines de semana, el Jardín de los Girasoles está listo para recibir a quienes busquen un respiro de la ciudad y una dosis de naturaleza, cultura y hospitalidad ecuatoriana.