Salcedo volvió a vibrar con la fuerza de su identidad cultural y religiosa en la celebración de la fiesta en honor al Arcángel San Miguel, patrono de la ciudad y guardián espiritual de sus habitantes.
Como cada 29 de septiembre, miles de sanmigueleños y visitantes se unieron en una jornada de fe, música, comparsas y tradición, en la que también se conmemoró un aniversario más de la fundación de este pueblo, la festividad, declarada Patrimonio Intangible de la Nación, no es solo un acto religioso, sino también un símbolo de unidad y continuidad histórica.
De acuerdo con los registros históricos, los festejos en honor al Príncipe San Miguel se remontan al año 1574, la fundación oficial de la población tuvo lugar en 1695, bajo el nombre de San Miguel de Mollahambato, según consta en documentos parroquiales conservados en la biblioteca particular del historiador Oswaldo Navas, estos textos dan cuenta de que la devoción al patrono ha acompañado a Salcedo desde sus orígenes, convirtiéndose en el pilar de su vida comunitaria.
La organización de la fiesta comienza con un año de anticipación, cada 29 de septiembre, al finalizar la misa campal, el párroco anuncia públicamente los nombres de los cinco priostes que tendrán la responsabilidad de liderar los festejos del siguiente año, a partir de ese momento, inicia una etapa intensa de preparación que abarca reuniones, eventos para recaudar fondos, la organización de jochas, la búsqueda de trajes, la planificación de agradecimientos y la coordinación de las vísperas, para la edición de 2025, los priostes designados fueron del gremio del transporte la Cooperativa Salcedo, de las instituciones trabajadores de lácteos el Paraíso, de barrios urbanos el barrio Sur, barrio rurales Censo Anchilivi y el Club Real San Antonio Capos.
El día principal de la fiesta se desarrolla en varias etapas, la imagen del patrono es sacada en procesión desde la iglesia hacia la plaza Eloy Alfaro, donde se celebra una misa campal con la presencia de fieles y devotos, luego, las comparsas reciben la bendición del sacerdote y los priostes acompañan al Príncipe de regreso a la iglesia, posteriormente, los organizadores retornan a la plaza para dar inicio al gran desfile, que recorre varias calles de la ciudad y en el que participan comparsas de todo tipo, impregnando de música, color y alegría a la jornada.
Las comparsas son uno de los elementos más esperados de la fiesta, en ellas se hacen presentes personajes tradicionales como los ashangueros, caporales, chicheros, heladeros, huacos, peluqueros y otros que aportan con su humor y creatividad, las bandas de pueblo cumplen un rol fundamental, pasan de interpretar melodías religiosas durante la procesión a ofrecer ritmos bailables en el desfile, generando un ambiente festivo en el que propios y extraños se mezclan para celebrar, al final del recorrido, cada prioste invita a la comunidad y a los visitantes a compartir alimentos y ofrece espectáculos artísticos en distintos sectores de Salcedo, extendiendo la fiesta hasta altas horas de la noche.
Las leyendas en torno a la imagen del Príncipe forman parte esencial de la memoria colectiva, una de las más difundidas relata que la figura de San Miguel llegó desde Roma al puerto de Guayaquil en el siglo XV con destino a Quito. No obstante, al pasar por Salcedo, quienes cargaban la imagen decidieron descansar, al intentar reanudar la marcha, la imagen se volvió tan pesada que no pudieron moverla, los fieles interpretaron este hecho como la decisión del santo de permanecer en el lugar, donde hasta hoy se le rinde veneración. El historiador Oswaldo Navas sostiene que la imagen tiene más de 400 años de antigüedad, hecho corroborado con la certificación entregada el 21 de junio de 2018 por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, que reconoció oficialmente la fiesta como Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador.
La fiesta del Príncipe San Miguel, más que un acto de fe, es una manifestación cultural que fortalece la identidad salcedense, a pesar de dificultades como los cortes de energía que afectaron parte de la celebración en años recientes, la alegría, la música y las comparsas llenaron de vida a la ciudad, el sonido de los chicheros y las hornaderas animó a los asistentes, mientras que la gratitud y la esperanza de los fieles reafirmaron la importancia de mantener viva esta tradición.
El cierre de la fiesta estuvo marcado por el nombramiento de los nuevos priostes para el próximo año, responsabilidad asumida con compromiso y devoción. El párroco de Salcedo, padre Giorgio Peroni, fue el encargado de dar a conocer los nombres de quienes guiarán la organización de la próxima edición, Barrio urbano La Licada, barrios periféricos Riotorto, club Estrella roja, Asociación de Artesanos del cantón Salcedo, camionetas cooperativa Mercado Central, asegurando así que la tradición continúe viva y que la devoción al Príncipe San Miguel siga marcando la historia de Salcedo por muchas generaciones más.