By Clara Toapanta, tiene cerca de 80 años y recuerda como la Mama Negra de aquellos tiempos era como una fiesta familiar, “todos éramos amigos o al menos conocidos”, dijo la mujer a la que, le atrae ver la cantidad de personas que ahora llegan a la Mama Negra septembrina.
Los comerciantes de la zona central de Latacunga, dicen que los turistas que llegan son jóvenes de entre 14 y 25 años de ciudades aledañas como Ambato, Salcedo, Pujilí, Saquisilí y Quito.
“Veo que son bien jóvenes, pero lamentablemente ellos no llegan por fe a la Virgencita”, lamentó la longeva mujer que ha visto que el interés más grande de este grupo de turistas es consumir licor.
Toapanta comparó que en su juventud, lo más importante era confesarse, asistir a las novenas de la Virgen y ofrendarle alguna promesa para pedir algún favor.
Contó que cuando ella tenía 15 años su abuelito resultó gravemente afectado de un accidente en una construcción y le ofreció a la Virgen componerle una canción para que, su abuelo se recupere y así fue.
“Le escribí una canción de devoción que todavía cantamos en la familia y recuerdo claramente que tras seis meses de componer la canción mi abuelo se recuperó”, dijo.
Con esta experiencia la mujer dice que, la fiesta perdió su valor principal que es la fe, espera que en algún momento se recupere y pone en manos de los sacerdotes y personas de la iglesia lograr que regrese la devoción a la “Patrona del volcán” llamada así por la leyenda que cuenta que, habría sido su mano la que detuvo la erupción del Cotopaxi de 1877.
