Últimamente los consumidores se han vuelto más conscientes del ambiente y de cómo sus acciones y decisiones de consumo están afectando al planeta. En consecuencia, se está volviendo cada vez más crucial que las empresas adopten prácticas de producción más respetuosas con el entorno en el que vivimos, por cuanto, además de atraer a consumidores conscientes, las prácticas razonables también pueden generar beneficios financieros a través de menores costos de energía, materiales y una mejor calidad del producto.
Para conseguir estos objetivos se debe utilizar tecnologías energéticamente eficientes durante la producción que es esencial para atenuar su impacto ambiental. Primero realizar auditorías energéticas periódicas para comprender los patrones de consumo de energía y encontrar ineficiencias y oportunidades de mejora. Se debe actualizar los equipos, reemplazar máquinas obsoletas por modelos energéticamente eficientes y controles automatizados.
Además, reemplazar accesorios de iluminación ineficientes por LED o lámparas fluorescentes compactas de bajo consumo y utilice estrategias de iluminación natural y sensores de movimiento para controlar el uso de la iluminación en espacios de fabricación, almacenes y oficinas. Otra forma de minimizar las pérdidas de energía es capturar el calor residual de los procesos industriales y utilizarlo para calefacción de espacios, precalentamiento del agua de alimentación de calderas u otros requisitos donde se requiera calefacción.
Cuando no se gestiona adecuadamente, los residuos de producción contaminan el ambiente y pueden dañar la salud humana si contienen materiales peligrosos, como metales pesados o disolventes. Hay varias formas de eliminar los residuos de fabricación. Puede comenzar implementando técnicas de producción precisa, un conjunto de principios destinados a reducir el desperdicio y ahorrar tiempo y dinero durante la fabricación.
Otra forma de minimizar los residuos durante la producción es utilizar materiales sostenibles siempre que sea posible; éstos, materiales están diseñados para su reutilización o reciclaje, contribuyendo a una economía circular minimizando la generación de residuos. Algunos ejemplos incluyen bioplásticos para embalajes, metales reciclados para la construcción, caña guadua, algodón orgánico para textiles, etc.
Optimizar el uso del agua y garantizar un desperdicio mínimo es esencial para hacer de la fabricación una práctica más sostenible. Antes de comenzar, debe comprender los patrones de uso actuales para identificar áreas de mejora, por lo que debe realizar auditorías periódicas del agua para identificar áreas de alto consumo y posibles fugas.
A continuación, considere actualizar sus equipos y procesos para utilizar tecnologías adecuadas en el uso del agua. Esto puede incluir la instalación de accesorios de bajo flujo, el uso de sistemas de circuito cerrado donde el agua utilizada en una parte del proceso de producción se trata y se reutiliza en otra parte, y la optimización de los sistemas de enfriamiento para reducir las pérdidas por evaporación de agua.
Intente optimizar los procesos para consumir menos agua; por ejemplo, puede utilizar el procesamiento por partes para reducir los ciclos de limpieza, optimizar el diseño del producto para reducir los pasos que requieren un uso intensivo de agua y utilizar métodos secos cuando sea posible. También se deben implementar tecnologías de tratamiento de agua para reutilizar las aguas residuales antes de su descarga que permite disminuir el impacto ambiental.
Ser ecológico es un viaje, no un destino, Aunque las estrategias mencionadas anteriormente pueden ayudar, para ser verdaderamente conscientes del medio ambiente, los fabricantes deben controlar periódicamente su progreso, explorar nuevas tecnologías que puedan ayudar y siempre esforzarse por hacerlo aún mejor.