Sabores con identidad, desde Pataín emprendedores transforman frutas en oportunidades

Sabores con identidad, desde Pataín emprendedores transforman frutas en oportunidades

En la comunidad de Pataín, ubicada en la parroquia Panzaleo del cantón Salcedo, un grupo de productores decidió transformar la realidad de su entorno a través del valor agregado, en una zona donde históricamente los pequeños agricultores han tenido que enfrentarse a un mercado injusto, nació una alternativa distinta, una planta procesadora de frutas, liderada por la Asociación de Productores Agropecuarios de Pataín.

Desde hace varios años, la organización ha venido trabajando en la creación de productos derivados de frutas, con el objetivo de brindar una solución sostenible al problema de comercialización que enfrentan cientos de familias productoras de la zona, Paul Balseca, administrador de la asociación, explica que el proyecto nació con el propósito de evitar que los agricultores tengan que depender exclusivamente del comercio informal en ferias o mercados.

“Todos conocemos lo difícil que es vender en los mercados cuando uno es pequeño productor, por eso decidimos crear una planta comunitaria, en nuestra propia tierra, para procesar las frutas que cultivamos”, comenta con firmeza.

La planta ubicada en el sector norte de Pataín, vía El Mirador ha logrado posicionarse localmente por la elaboración de pulpas de fruta, mermeladas y, más recientemente, un producto estrella que ha captado la atención, el piquete de frutas, una bebida artesanal elaborada con pulpa natural y extracto de caña.

Lo que empezó como una idea modesta ha evolucionado hasta convertirse en un emprendimiento con visión de futuro, aunque la asociación llegó a tener numerosos miembros, actualmente son doce socios activos quienes sostienen este sueño, con el respaldo de más de 100 proveedores indirectos y una proyección que podría beneficiar hasta a 300 familias en la provincia.

La planta no solo representa una fuente de ingreso, sino también un ejemplo de organización comunitaria, innovación local y sostenibilidad. “Estamos tratando de entregar al consumidor productos sanos, sin químicos, 100 % naturales, esa es nuestra propuesta, que la fruta se transforme en valor, no en desperdicio”, resalta Balseca.

Una de las claves del emprendimiento ha sido el enfoque en las buenas prácticas de manufactura (BPM) y la obtención de notificaciones sanitarias, requisitos exigidos por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA), esto les ha permitido garantizar la inocuidad y calidad de los productos que ofrecen.

El proceso, no obstante, no ha sido sencillo, obtener un registro sanitario por cada sabor y presentación resultó inicialmente una tarea compleja y costosa. “Fue un camino difícil, pero con esfuerzo y algunas capacitaciones hemos logrado sacar adelante la documentación y los permisos”, comenta Balseca.

La colaboración con instituciones públicas y fundaciones también ha sido clave. “Hemos trabajado con el MAG (Ministerio de Agricultura y Ganadería), con la Prefectura de Cotopaxi y otras organizaciones que nos han brindado talleres, asesoramiento y acompañamiento en este proceso”, explica.

A esto se suma la creatividad en la oferta, el piquete de frutas bebida fermentada suave, con 15 grados de alcohol se ha convertido en un producto emblemático, se lo ofrece en sabores como guanábana, maracuyá, mora y tamarindo, y se elabora con una base de pulpa natural y extracto puro de caña.

Además, han desarrollado mermeladas y bolos (helados congelados) hechos a base de fruta pura, en contraposición a los tradicionales bolos con colorantes artificiales.

Actualmente, la planta vende sus productos de forma directa en su sede y está buscando distribuidores a nivel nacional, están trabajando en el rediseño de su imagen de marca y en la creación de una página web para impulsar la venta en línea.

“Queremos hacer un relanzamiento y entrar con fuerza al mercado nacional, nuestra propuesta es distinta, es sabor, es naturaleza, es campo, pero también es organización y trabajo comunitario”, sostiene el administrador.

Aunque ya están presentes en algunos minimercados locales, su objetivo es ampliar la cobertura y llegar incluso al mercado internacional, para ello, están abiertos a alianzas con distribuidores interesados en promover productos con identidad territorial y altos estándares de calidad.

La planta procesadora de Pataín no solo transforma frutas, sino también vidas, detrás de cada botella de piquete, de cada frasco de mermelada o pulpa congelada, hay una historia de esfuerzo colectivo, de mujeres y hombres que apostaron por su tierra y su gente.

Con más de una década de trabajo comunitario, la Asociación de Productores Agropecuarios de Pataín demuestra que el emprendimiento rural no solo es posible, sino que puede ser una vía efectiva para la soberanía alimentaria, la generación de empleo digno y el fortalecimiento del tejido social, un modelo que florece desde Cotopaxi con identidad, sabor y esperanza.

ERR.

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