CRISIS

Toda la población está en un estado de incertidumbre por la situación del sector eléctrico, que se ha agravado desde al menos inicios del año anterior. El panorama se pinta sombrío para los siguientes meses, sin que podamos tener certezas ni esperanzas de encontrar una solución de fondo, pues cualquier propuesta requiere ingentes capitales y tiempo para implementarla. Mientras que las actividades productivas y cotidianas requieren una solución para hoy. Es momento de que se transparente la realidad del sector y se busquen alternativas de solución de corto, mediano y largo plazo.

Empecemos por señalar que la Constitución de Montecristi en 2008 estableció que el Estado Central tiene competencias exclusivas sobre los recursos energéticos, entre otros.  Por consiguiente, el sector privado está impedido de generar energía eléctrica, salvo concesiones restringidas en monto y destino. El país depende, exclusivamente, de que el Estado realice las inversiones adecuadas y oportunas para disponer de la cantidad y calidad de energía. 

En segundo lugar, se han priorizado las centrales hidroeléctricas que abastecen de alrededor de 70% de la demanda y térmicas en 30%. Lamentablemente, no se han aprovechado otras fuentes de energía privilegiadas en nuestro país, como eólica, solar y geotérmica. Adicionalmente, los grandes proyectos hidroeléctricos adolecen de fallas, tanto de diseño como de construcción y operación. Por lo cual, la capacidad efectiva de generación está por debajo de la capacidad instalada.

También debe resaltarse el hecho real de que la mayoría de centrales hidroeléctricas están ubicadas en la cordillera oriental, estando sujetas al estiaje anual, que debería compensarse con plantas ubicadas en la cordillera occidental. Al no existir un balance, adolecemos de deficiencia crítica, anualmente.  Finalmente, el cambio climático global se ha hecho presente en nuestra región y la pluviosidad está muy reducida, limitando severamente la generación hidroeléctrica.

El país busca desesperadamente la manera de capear estas circunstancias que posiblemente se extiendan hasta el mes de febrero, en que estadísticamente inicia el período más fuerte de lluvias. Se estima que hoy no podemos generar más del 70% de la demanda normal de energía. Es decir, debemos reducir al menos 30% en todos los sectores. No se trata solamente de cambiar de horarios de trabajo, sino de utilizar 30% menos del consumo normal. Todos, sin excepción, debemos adaptar nuestras actividades a la disponibilidad de energía.

El pulmón del sistema nacional de electricidad es el complejo PAUTE y el eslabón clave es represa MAZAR. Si esta baja al nivel crítico, debe parar operaciones, lo que conllevaría el colapso de todo el sistema nacional, pues es este complejo el que armoniza la operación de todo el sistema. Entonces, el objetivo número uno para sostener el sistema, es cuidar esta represa utilizando toda la capacidad de las demás centrales hidroeléctricas y térmicas para elevar la cota lo máximo posible. Por esta razón, en algunas ocasiones, sin previo aviso, deben hacer cortes largos y extendidos, para evitar caer en esta situación de colapso.

La conclusión es que el gobierno central, siendo el que ostenta la competencia exclusiva, debe tomar acciones de corto, mediano y largo plazo. La población debe disciplinarse para reducir el consumo de energía en al menos 30%. Mientras que el legislativo debe modificar las reglas del juego para abrir la inversión en el sector energético a la inversión privada, sin trabas ni limitaciones. Las inversiones en este sector para los próximos 25 años, estima el Ministerio de Electricidad que deben ser del oren de USD 30.000 millones. Es evidente que el Estado no tendrá ese dinero y de no existir la inversión privada, tendremos que olvidarnos de crecimiento económico.

¡A REDUCIR EL CONSUMO!

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