A propósito de la falta de lluvia

En días pasados, la Asamblea Nacional hizo el ridículo completo: dispuso apagar las luces del hemiciclo en señal de reclamo por el anuncio de apagones, decretado por el gobierno, debido al fuerte estiaje que agobia al país. Pero si había luz, pues las computadoras estaban encendidas. En otro escenario, asambleístas enfermizas, como brujas agoreras, aparecen con un silbato a manera de burla, tratando de llamar la atención.

Esas son las sabias respuestas que nos acostumbran dar los padrastros y madrastras de la patria, cuando aspiran conectarse, sin disponer del necesario cacumen, con sus cada vez menos fans. Podían haber contribuido en la solución de la cuestión, sin causar molestia, cantando la canción:

“Que llueva, que llueva/La bruja están en la cueva/Los pájaros cantan/La bruja se levanta”.

Mejor debería darles vergüenza el haber aprobado, a comienzos de año, la ley “cero apagones”, que no ha contribuido a resolver el problema energético. Seguimos sin atinar a desatar el nudo gordiano que significa que sean solamente las instituciones estatales las que deban manejar mayoritariamente esta delicada materia. Según nota de La Hora, “el sector privado aporta el 1% de la generación eléctrica y todavía no se resuelven las trabas para que eso cambie”.

Para completar esa sarta de torpezas y nimiedades, a las que nos tienen acostumbrados, los asambleístas deberían mejor plantear un juicio político a San Pedro, por no favorecer con lluvias copiosas a este pobre país, sumido y en riesgo de manifiesta oscuridad. ¿La acusación?: contrariar los derechos del buen vivir, que consagra la Constitución, ese mamotreto chavista-bolivariano del siglo XXI. Deben por tanto conseguir a toda costa la culpabilidad y consiguiente destitución del negligente y maldito San Pedro, remitiendo todo lo actuado a la Fiscalía para que luego del debido proceso se le establezcan las responsabilidades, administrativa civiles y penales.

A San Pedro, encargado de “abrir las compuertas del cielo para que ésta caiga a raudales”, no le quedará otra opción y camino que interponer un recurso extraordinario de protección o incluso plantear un habeas corpus correctivo, para que sea la justicia divina la que finalmente resuelva este problema que afecta la normal institucionalidad.  Las bases y fundamentos para plantear estos recursos, están en la sacrosanta constitución del 2008, pues los mortales dirigentes de la tierra no la aplican correctamente, pues garantiza a las personas gozar de los saberes ancestrales, aunque causen incendios por doquier, soplando al viento para que lleguen las lluvias, que es el sistema antecesor del bombardeo de las nubes.

Si esto no da resultados, entonces roguemos a San Isidro Labrador, “patrono de los agricultores y protector de las cosechas”, para que “las nubes se llenen de agua y que la lluvia caiga sobre la tierra sedienta”. Y por fin pidamos a nuestro Dios que evite en el próximo estiaje que contemos con los mismos asambleístas mediocres, irresponsables, no sedientos de lluvia sino de poder, cometiendo el peor pecado que pueda endilgarse a un ecuatoriano de bien: la falta de amor a la Patria.

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