El ambiente político se ha vuelto algo denso. El motivo, la proximidad a la elección de primer mandatario y asambleístas. El calendario electoral fija fechas que deben cumplirse, empezando por la designación de “pre candidatos” en elecciones primarias con acompañamiento del Consejo Nacional Electoral, hasta agosto 17. Estando a puertas del cierre de esta etapa, han aparecido los ungidos, proclamando haber merecido el voto mayoritario de sus asambleas, virtuales en muchos casos.
La primera observación es que, salvo escasas excepciones, las primarias se han realizado con pequeños grupos de supuestos afiliados y adherentes, que ponen en duda la fortaleza de la organización. La segunda observación es que los candidatos son escogidos “a dedo” por la cúpula de los movimientos, sin el respaldo mayoritario que en teoría deberían merecer. El tercer punto es la improvisación que se evidencia, pues la sorpresa de las decisiones tomadas, alcanza inclusive a los mismos elegidos, generando malestar en los pocos dirigentes que han militado desde hace buen tiempo, en espera de ser considerados.
Vanos son los esfuerzos para generar alianzas que fortalezcan las candidaturas y contrarresten la atomización del voto, que debilita la voluntad popular. A la hora de decidir, todos los candidatos están dispuestos a unir fuerzas, siempre y cuando sean ellos los que lideren las fórmulas. La segunda fecha del calendario, será la inscripción formal de las candidaturas, pudiendo los candidatos retractarse y ser reemplazados por otros, y además constituir alianzas a voluntad. Por esta razón, los candidatos definitivos serán conocidos hasta octubre 3. Teóricamente, todos los escogidos son “negociables”.
El fruto de estos ejercicios de democracia interna, constituirán el “menú” de opciones que será sometido al electorado. Los votos para asambleístas serán en plancha, por decisión calculada de las cúpulas partidistas, lo que significa que “todos” los votos consignados por una determinada lista, beneficiarán al primer candidato de la lista y el excedente en la asignación de escaños, quedará en beneficio del segundo y así sucesivamente. No es posible consignar el voto por un candidato en particular, que ocupe el segundo o inferior lugar.
Gracias a todas estas reglas del juego concebidas por la clase política, más una serie de trabas y reglas amañadas, el resultado serán interminables listas de desconocidos que llenen papeletas que nadie digiere, que sumadas a la apatía de los electores, terminará en la elección de los medio conocidos, o menos malos, o más carismáticos, etc. muy lejos de merecer la elección por méritos para ocupar la dignidad que buscan. Es la “crónica de una muerte anunciada” y el inicio de un nuevo ciclo vicioso de lo mismo.
El Ecuador está estancado, al menos desde 1979, cuando Jaime Roldós recuperó la democracia de manos del poder de facto. La clase política revivió, luego de estar en inactividad desde 1972, ofreciendo convertirnos en un país petrolero próspero. Lamentablemente, ha imperado el populismo y la demagogia, que ha contaminado la región y 44 años más tarde, seguimos buscando soluciones a los problemas que, en lugar de disminuir, se han agravado.
El momento de cambiar el curso del futuro, es ahora. Demandemos de los partidos políticos la presentación de candidatos idóneos, con mérito para aspirar las funciones de elección, con hoja de vida limpia y prueba de tener la capacidad que el país demanda. No esperemos estar frente a la urna para lamentarnos la ausencia de buenos candidatos. Tampoco debemos silenciar nuestra protesta ante la pretensión de presentar personas descalificadas, con antecedentes, acusaciones, juicios, u otros deméritos, aunque no tengan sentencia ejecutoriada. El futuro de la Patria está en juego en cada elección.
¡DESNUDEMOS A LOS CANDIDATOS!