Es menester reiterar que “Latacunga es todo recuerdo y vida, vida y recuerdo del ayer histórico, perdido en la evolución del tiempo y en los cataclismos del misterio”. “Eternamente mística, envuelta en la bruma de paisajes y siluetas, con su ensueño de soledad y de paz, tiene el cálido perfume de las flores campestres y la suave y delicada brisa que desde los Andes Milenarios vienen al corazón de la tierra”. Hermosos pensamientos de la pluma de Neptalí Zúñiga Garzón, ilustre coterráneo.
Se la reconoce como ciudad cuna de personajes ilustres y sabios; estudiosos en la materia coinciden en que Latacunga, cuenta con uno de los centros históricos mejor conservados del País, y centro religioso y cultural de singular valor. Representa un perfecto paisaje andino, que ha inspirado a poetas y escritores de la localidad para enaltecerla y ensalzarla, provocando en propios y extraños una sensación de regocijo, deleite y júbilo intensos.
Recorrer sus calles angostas, su centro histórico y sus iglesias, es remontarse al pasado; sus comparsas, desfiles y fiestas conmemoraciones eran la demostración de la unión del Centro con los distintos barrios, como San Francisco, Santo Domingo, El Salto, San Sebastián, La Merced. La ciudad se vestía de flores, serpentinas, adornos de todo tipo que engalanaban los carros alegóricos. Las rifas y bailes en la llamada “bomba” era el espacio de diversión de los vecinos del cantón y de sus alrededores.
Leonardo Barriga López, gran ciudadano latacungueño, en su libro “Historias de Tacunga y su Provincia”, recoge lo mencionado por Juan de Velasco: “fue una de las provincias más floridas y hermosas, con las obras primarias de palacio real, templo del sol y monasterio de vírgenes consagradas a su servicio (…). La capital es la misma ciudad indiana de Latacunga, sobre la cual fundó el primer encomendero español el asiento de San Vicente Mártir de Latacunga el año 1534”.
El latacungueño auténtico, aquel que día a día se esfuerza por labrarse un futuro mejor, es al mismo tiempo responsable de cuidar la ciudad con esmero, dedicación y amor; quién no quiere y respeta a su tierra, no merece estar cobijado por aquellos principios y valores que heredamos de nuestros antepasados, como la lealtad, responsabilidad ciudadana, honestidad, solidaridad y tolerancia. Unidos podemos lograr que Latacunga siga por los caminos del progreso, con identidad propia, con la energía telúrica que emana de nuestro volcán.
Precisamos involucrarnos y participar mayormente en la cultura local y actividades de interés común para conectarnos con la real historia vívida, apoyando los emprendimientos locales, consumiendo los productos y utilizando los servicios de nuestra tierra para provocar un círculo virtuoso de crecimiento económico y desarrollo estructural.
En esta fecha histórica, recordemos que, como destaca Barriga López, “Sucre y Bolívar guardaban especial deferencia para Latacunga, afinidades que reclaman la obra de legitimidad histórica y de enseñanza cívica. A estos dos prohombres, el pueblo, en sus festividades, sigue rindiendo los honores que merecidamente obtuvieron en el campo de batalla y en el sacrificio diario”.
¡Loor a Latacunga, tierra excelsa!
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