JOCHAS

La primera jocha en Latacunga se dio al personaje que representa la Mama Negra, que este año recayo en un ilustre ciudadano latacungueño, querendón de esta Tierra, el ingeniero José Semanate Noroña. Es señal de que se acerca el fin del año. Se estima que se realicen un centenar de jochas hasta el 9 de noviembre, en que la Mama Negra cabalgará, con la bendición de la Santísima Virgen de las Mercedes, junto a los cuatro personajes principales, Ángel de la Estrella, Rey Moro, Abanderado y Capitán, acompañados de alrededor de una cuarentena de comparsas, bandas, loeros, urcuyayas, huacos, camisonas, champuseros, ashangas, etc. para un total de 6.000 o más personas.

La capital de los ecuatorianos solía recibir el fin de año en traje de luces, anunciado por el primer toro que saltaba al ruedo en la Monumental de Quito. Tiempos de gloria para la fiesta taurina, que engalanaba toda la ciudad y motivaba a propios y extraños a salir a plazas, calles y parques para demostrar, cada uno a su manera, el amor por nuestra bella capital. De ahí en adelante, todo era jolgorio, bullicio y camaradería, hasta quemar el año viejo y recibir el nuevo año con disfraces y comparsas, terminando el 6 de enero, día de Reyes.

Desde la era del imperio Romano, los políticos descubrieron que el elixir para sobrevivir con el beneplácito del respetable, era mantenerles entretenidos con “sangre y circo”. Cada vez que aparecía alguna crisis, se organizaba un espectáculo en el coliseo para sacrificar a cristianos y/o se organizaba una orgía, con lo que se olvidaban los problemas y la autoridad seguía gobernando en paz. Si bien ya no se pueden sacrificar cristianos, pero el concepto sigue intacto. Se arman orgías y/o se sacrifican actores del mundo político para desviar la atención de los problemas de fondo.

Penosamente, por mucha fiesta que se armen, los problemas de fondo permanecen o se agravan, en perjuicio de todos. Peor aún, en las circunstancias que ha vivido el país en los últimos cuatro años y medio, con estancamiento económico, agravado en estos meses por el cambio climático que nos ha mermado el recurso hídrico para cultivar los campos y generar energía eléctrica, de la que dependemos mayoritariamente. Nada logramos cerrando los ojos a la realidad para dedicarnos a la jarana. Sin perjuicio de atender las celebraciones, justas y necesarias para elevar el espíritu de la población, no debemos darnos el lujo de posponer la atención de los problemas de fondo que agobian nuestra realidad.

Mayor cuidado debemos tener en esta época de elecciones, pues a pesar de que la campaña formal se llevará a cabo en enero, es evidente que todos los candidatos se pasean por las calles y medios de comunicación como Estrellita de Navidad, repartiendo besos y abrazos y sugiriendo que son los “pre destinados” para tomar a cargo el puestito que está en juego. Han descubierto que ellos saben cómo resolvernos los problemas que por décadas no han podido hacerlo las mal escogidas autoridades. Ofrecen bajarnos el sol y las estrellas y una mayoría de ingenuos votantes les creen y caen en la trampa.   

Es loable mantener nuestras costumbres, resaltar nuestra cultura vernácula y sentirnos orgullosos de ello, Pero no debemos dedicarnos solamente al festejo, pues más temprano que tarde nos llegará la cuenta y entonces vendrán los arrepentimientos. Especialmente las autoridades de turno, no deben dedicar su energía a bailes, comparsas y festejos, pues la solución de los múltiples problemas que vive la población, exige atención, Para eso fueron contratados. Trabajen y dediquen tiempo no laborable a la fiesta.


¡VIVA LATACUNGA!

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