Los candidatos formalmente nominados a la presidencia de Estados Unidos de Norte América, Donald Trump, Demócrata y Kamala Harris, Republicana, se enfrentaron en debate. No siendo obligatorio debatir, el electorado demanda conocer más de sus candidatos. Antes de ser nominados por la convención de sus partidos, Trump y Biden acordaron debatir. Las condiciones algo permisivas favorecieron al prepotente candidato republicano, quien arrinconó al demócrata sobre temas controvertidos y expusieron serias dificultades de este para hilvanar ideas, llegando al extremo de dar respuestas incoherentes e inclusive evidenciar lagunas mentales ante una audiencia que enmudeció y reconoció dudas sobre su capacidad de ejercer un nuevo mandato.
Llegó al extremo de permitir a Trump que se abstenga de refutar aseveraciones incoherentes del confundido Biden, observando que este no sabía lo que decía, cuando culpaba al Covid de decisiones tomadas en materia de educación o salud. Afirmó que su adversario no estaba en condiciones de gobernar el país en ese momento y peor en el futuro. En los subsiguientes días, expresó que Biden debía ser reemplazado, lo cual circuló con fuerza en la cúpula demócrata y el electorado. En un principio aquel se aferró a la candidatura, hasta que se hizo insostenible y declinó en favor de su vicepresidente.
La decisión de reemplazar al candidato era muy complicada, debido al corto plazo para tomar la decisión y sobre todo para construir la campaña y lograr el financiamiento con aportes voluntarios de grandes aportantes. Circularon rumores sobre la candidatura de distintos personajes como Michelle Obama, esposa de Barak, ex presidente demócrata, muy bien posicionado en la mente de los votantes, quien no puede volver a ser candidato. Ella se negó aduciendo estar preparada pero no dispuesta a improvisar algo tan serio. Otros candidatos como Bernie Sanders y Hillary Clinton, ya están fuera de circulación para estos menesteres.
Todos estos elementos jugaron a favor de Harris, quien no estaba preparada para disputar la presidencia a un candidato tan fuerte, cuya imagen subió con el primer debate. Pocas horas más tarde, ella aceptó la nominación de la convención nacional demócrata e inició el periplo nacional en busca de apoyo financiero y electoral. La prueba de fuego sería el debate, que en primera instancia fue negado por Trump, so pretexto de condiciones caprichosas, pero terminó aceptando condiciones neutrales, en la seguridad de su superioridad para debatir.
Llegado el momento esperado, apareció un Donald retocado, adelgazado, cambiado de peinado y bastante tenso. Mientras que Kamala, subió al podio con una sonrisa moderada y la decisión de matar psicológicamente a su oponente con una postura fresca, demostrando seguridad en sí misma y descalificando hasta con burla, las esperadas afirmaciones en contra de su origen, capacidad y convicciones políticas. Trump arremetió desde el inicio y durante todo el espectáculo, visto en USA por más de 50 millones de personas, basándose en habladurías, afirmaciones sin sustento, tik toks, TV, etc. como decir que en Ohio los inmigrantes se comen perros mascotas, siendo desmentido por el conductor del programa. Ante lo cual, Kamala se burlaba y resaltaba lo absurdo de lo afirmado.
El balance fue ampliamente favorable a Harris, quien dominó en todos los rounds, descalificando a Trump como empedernido mentiroso y sus deudas con la justicia, que lo descalifica como candidato y peor aún como futuro presidente. Su popularidad subió mientras el oponente cedió espacio. Queda una posibilidad de un segundo debate, pero dudo que Donald vaya por más. La candidata descendiente de padre jamaiquino y madre Indú, es una seria candidata a ganar la elección en noviembre. Trump es su propio peor enemigo.
¿PRIMERA MUJER PRESIDENTE?