Entre los primeros pintores modernos del Ecuador, José Abraham Moscoso se destaca por su significativa contribución al desarrollo de la pintura ecuatoriana. Nacido en Latacunga a fines del siglo XIX, Moscoso se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Quito y, posteriormente, se trasladó a Italia, donde definió su personalidad artística. Una de las obras que trajo de Italia y que, al ser exhibida en Ecuador, provocó intensas controversias fue “Escenas de vida y muerte”. Este lienzo generó un gran revuelo en los círculos artísticos e intelectuales del país, despertando tanto admiración incondicional como una especie de conspiración tácita entre aquellos que, aunque comprendían su valor, se resistían a reconocer su mérito.
En Italia, Moscoso se inspiró en la pintura renacentista y se dedicó a explorar el desnudo femenino desde un enfoque pagano y sensual. Al regresar a Ecuador, produjo varias obras que causaron escándalos artísticos, como “Visiones de Claustro”, que retrata a dos frailes inmersos en fantasías eróticas. En esta obra, Moscoso contrasta los sentimientos de los frailes: uno es un verdadero místico, mientras que el otro es un libidinoso insatisfecho. La pieza fue objeto de protestas y críticas, pero también generó admiración secreta entre los mismos críticos.
Moscoso también creó otros desnudos femeninos notables, como “Ensueño”, que en 1920 le valió el primer premio en el Salón Oficial, el único nacional en ese momento. Aunque no era innovador en su forma, el tratamiento informalista de los fondos aportó frescura a la obra. El desnudo se inspira en las Venus renacentistas, que el artista seguramente admiró durante su formación en Roma. Sin embargo, la sensualidad en el modelado del cuerpo yacente y en las delicadas carnaciones resultó ser una novedad para el medio. Estas obras están incluidas en la colección de pintura ecuatoriana del Dr. Alejandro Moldonodo.
Con el tiempo, Moscoso perfeccionó su técnica y abordó el desnudo con una nueva madurez. En obras como ‘Cleopatra’, retrató a la reina en el instante de su muerte, capturando el dramatismo del momento con gran intensidad en el rostro. Su cuerpo, lejos de los cánones egipcios, era más americano, con formas generosas y sensuales. Esta libertad en la representación del cuerpo y su dominio técnico son evidentes en su obra, como lo señala Hernán Rodríguez Castelo en ‘El desnudo en la pintura y en la pintura ecuatoriana'(2008).
A pesar de las críticas por inmoralidad, Moscoso fue admirado en secreto. Influenciado por el Renacimiento italiano, especialmente por Tiziano, cultivó el desnudo en Ecuador con un propósito subversivo: desafiar la hipocresía moral de la sociedad quiteña. Su obra, marcada por un cierto erotismo pagano, buscaba la apreciación estética del cuerpo humano sin tabúes.
Moscoso fue un artista versátil que exploró diversas técnicas, incluyendo el impresionismo. Sus obras divisionistas y puntillistas, aunque distantes de sus primeros trabajos, lo consolidan como uno de los pintores modernos más destacados de Ecuador. A mediados del siglo XX, viajó a Rusia, donde quedó fascinado por la espiritualidad revolucionaria. Lamentablemente, regresó a su patria enfermo del corazón y murió en Manabí en 1936. El momento de su deceso, estaba fumando un cigarro cuando sufrió un paro cardíaco súbito.
Moscoso se hace acreedor a1 mérito de haber sido tal vez el primero de los cultivadores del desnudo femenino en Ecuador con intención pagana, con intención de que el público goce a la vista de la carne por la carne.